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Saro, al igual que sucede en toda la comarca del Pisueña, carece de yacimientos que evidencien una ocupación humana anterior a la época medieval. Los restos de  presencia  prehistórica  se  hallan  más  al  sur  de  esta  comarca,  como  en  las  cuevas del  Castillo  en  Puente  Viesgo,  del  Pendo  en  Camargo  y  Morín  en Villaescusa.  Tampoco  hay  restos  de  ocupación  romana,  y  no  pasa  por  el  valle ninguna de las principales vías de comunicación de la Antigüedad.  En la  Edad  Media,  Saro  pertenecía  a  la jurisdicción  administrativa  del  valle  de  Carriedo,  uno  de  los  que  formaban  parte  de  la  Merindad  de  las  Asturias  de  Santillana. Con anterioridad al siglo IX, cabe suponer que el territorio estuviese ocupado  de  forma  extensiva  por  clanes  o  familias  dedicadas  a un pastoreo caracterizado por un nomadismo estacional. 

Las primeras presuras  o apropiaciones de tierras  sin  dueño  anterior en  la comarca, concretamente en la cuenca del Pisueña, datan del siglo IX. El conde Gundesindo se apropió de una amplia franja entre la cordillera y la costa central de la región, de la que, en el año 816, donó las villas y monasterios menores al monasterio de San Vicente de Fístoles, en Esles. A  partir  de  aquí  comenzaron  a  establecerse  unidades  familiares  en  torno  a  construcciones   religiosas,   pasando   a   depender del   vecino   monasterio de  Castañeda  con  el  desarrollo  de los señoríos de abadengo. Los restos de dos necrópolis altomedievales   en Saro de Carriedo son la muestra de esta  ocupación, una en el lugar de Cagigal del Rey, donde se han encontrado estelas funerarias,  y  otra  en  la  Mies  de  Santiago.  Estos  asentamientos dieron lugar a pequeños pueblos, que se agruparon en concejos, siendo la unidad organizativa superior el valle, que poseía una serie de bienes de uso común.


Durante   la   Baja   Edad   Media,   el   municipio   sufrió   el   mismo   proceso   de  señorialización  que  afectó  al  resto  del  valle,  perdiendo  peso  los  dominios  de  abadengo.  En  el  siglo  XIV,  Alfonso XI entregó el valle de Carriedo, junto con otros territorios, a su hijo don Tello. En base a los derechos sucesorios de doña Aldonza,  nieta  de  don  Tello  e  hija  de  doña  Leonor  de  la  Vega,  el  valle  de Carriedo  quedó  incorporado  al  señorío  de  los  condes  de  Castañeda  (doña  Aldonza y su marido Garci Fernández Manrique). Íñigo  López  de  Mendoza,  hermanastro  de  doña  Aldonza,  continuó  con  la  expansión  de  las  Asturias  de  Santillana que  había  iniciado  su  padre,  lo  que  le ocasionó  graves  conflictos  con  los  condes de  Castañeda,  quedando  al  final  el valle  de  Carriedo  incorporado  al  señorío del  marqués  de  Santillana,  bajo  la jurisdicción de las Asturias de Santillana. Sin  embargo,  el  descontento  de  los  campesinos  del  valle,  que  se  consideraban gentes  de  behetría,  les  llevó  a  demandar  al  duque  del  Infantado,  hijo  del marqués  de  Santillana,  ante  la  Real  Chancillería  de  Valladolid  en  1495,  por usurpar  su  jurisdicción  y  someter  a  vasallaje  a  sus  habitantes  con  métodos  violentos. 

La  resolución  de  esta  demanda, conocida como el Pleito Viejo o el Pleito del Valle de Carriedo, devolvió a los habitantes de la zona su condición realenga en 1546. Además, dio ejemplo a otros ocho valles de las Asturias de Santillana, que en 1544 emprendieron acciones contra el dominio señorial, quedando resueltas en 1581, con la reversión de todo el territorio a la Corona y la consecución del derecho a nombrar los oficiales de justicia. En  el  año  1630,  por  privilegio de Felipe IV, se creó la provincia de los Nueve Valles,  formada  por  los  lugares  de  Alfoz  de  Lloredo,  Cabuérniga,  Camargo, Carriedo, Penagos, Piélagos, Cayón y Villaescusa.

Con la llegada del régimen constitucional el antiguo Valle de Carriedo se dividió en 1835 en cuatro municipios (Saro, Selaya, Villacarriedo y Villafufre), ostentando Villacarriedo la capitalidad del partido judicial. Posteriormente, Saro pasó a formar parte del partido judicial de Santander, para, a partir de 1992, quedar integrado en el de Medio Cudeyo.
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